I´ve read the news today, oh boy

Uno revisa las noticias y no es el día de la marmota, es peor. Porque a la repetición machacona de temas (políticos mayormente) se suma la estupidez de los comentarios de los opinólogos matutinos, vespertinos o nocturnos (que son siempre los mismos, a lo mejor se mudan solo de ropa). De pronto, tras los escombros y cuerpos sanguinolentos en la pantalla, los deportes. Pero también vienen salpicados. Un deportista famoso se ha estrellado con un coche de esos que aceleran de cero a doscientos kilómetros por hora en un santiamén. Otro joven deportista cae arrollado por otros motoristas en una competición. Me viene a la mente el célebre tema de los fab four, Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band, en el que las gentes se preguntan si el hombre accidentado en una carretera es una celebridad, tal vez un lord. Pero luego las estrofas se  desgranan de forma surrealista, pues en el fondo nada importa, la banalidad de la vida y los que seguimos sobre la faz de la tierra, ensangrentada, se impone. Lo importante, decía el filósofo francés Larruelle, no es entender el mundo sino rechazarlo  en una especie de indiferencia estoica.

¿Cuánto les pagan a esos periodistas o seudo periodistas (como Mejide, que no lo es, sino un intruso en la profesión, y se atreve a pronunciar ese calificativo a menudo)  por decir sandeces a todas horas? Uno sabe antes de que abran la boca lo que van a decir, que es más o menos lo mismo que han dicho ya otros en anteriores ediciones del estupidiario nuestro de cada día.

El bodorrio

Con las imágenes del bodorrio del boss de Amazon en la mente pienso en los obreros y obreras que trabajan en sus naves y que empacan día y noche trastos que al día siguiente muchos devolverán, ya sea por defectos o por comprar de manera compulsiva. Que es de lo que se trata el negocio de este Bezos, que se inició vendiendo libros en un garaje con el capital prestado por su familia. No es que me caigan mal todos los ricachos, pero con éste y otros de la ralea trumpista (por conveniencia mercantil) tengo algo personal. Porque sé que en la furgo amazónica muchos conductores llevan una botella de plástico para mear, porque ni para eso hay tiempo. Pero el supermillonario que se casa en segundas “náuseas” en Venecia (pero esta vez blindando su fortuna) meará en váter de oro, lo mismo que su distinguida esposa.

Andador

Los jóvenes de ahora se jubilarán con andador, nos dicen. Si su futuro es oscuro y penoso, su presente también lo es. Hemos visto las largas filas en Santiago de Compostela de estudiantes en busca de piso. Hace años, cuando viví en Canarias, muchas familias de las islas menores, donde no hay universidades, compraban inmuebles en Tenerife o Gran Canaria para que sus hijos pudieran alojarse. Yo  decidí venir a Alicante para que estudiara mi hija en mejores condiciones de alojamiento. Por suerte, gracias a su esfuerzo hoy es una de las pocas propietarias jóvenes. No tiene problemas de ocupación por ser una trabajadora cualificada en el campo de las nuevas profesiones digitales. Sin embargo, pese a que viene trabajando desde que empezó la Universidad en oficios diversos y mal pagados, le espera un futuro incierto gracias a un sistema que ya llega a su agotamiento sin que sucesivos gobiernos de distinto signo hayan hecho nada más que gastar la famosa hucha. Nos han obligado a pisar el palito de los fondos de pensiones, vaya estafa, que como todo lo que nos proponen como favorable,  al final es a devolver en forma de elevados impuestos.

Henry

Tengo en un altar en mi modesta casa al escritor americano Henry Miller, al que leí siendo un chico imberbe, cuando su lectura llegó a estar prohibida en América pero celebrada en Francia y países nórdicos. Miller huyó de un Estados Unidos puritano, donde campaban Al Capone y sus cómplices políticos pero había ley seca, para vivir sus “días tranquilos en Clichy”, hambriento y sintiendo erecciones ante las  estatuas desnudas de París. Seguí su rastro por  las callejuelas parisinas y leí casi toda su obra en francés en las librerías que me facilitaban cierta, digamos, gratuidad.

Hoy leo, gratis por estar descatalogado en la biblioteca municipal, Henry y June, el libro memorias de la que fue su amante en París, la escritora Anais Nin. Que estaba casada con un rico banquero,  al que ponía adornos en la finísima y antigua tradición gala del “ménage á trois”, sin ningún problema,  ya que era “un mari complaisant”. 

Al pasar las páginas en que Anais sufre por la infidelidades de Henry, que no contento con chulearle su dinero se lo gastaba en putas, he pensado en retirar el retrato donde lo tengo posando  sonriente en una mecedora, ya muy ancianito , con su última conquista (platónica) , la actriz porno Brenda Venus. Pero pensándolo bien, el que pone cuernos no puede o no debe quejarse de que se los pongan a su vez. Amor con amor se paga, pero también al revés. Solo cabe reprocharle a Miller su afición a la prostitución, pero creo que hay que ser justo con personajes del pasado que vivieron en una época en que ciertas cosas que hoy se condenan eran naturales  o estaba permitido. No es el caso de puteros que además pagaron supuestamente con dinero público. Y de los que ahora reniegan sus antiguas amigas y correligionarias feministas, que si bien es cierto no tenían por qué saber lo que hacían estos golfos en sus entrepiernas, tampoco debían chamuscarse las manos proclamando su honor.

La prostitución debería desaparecer, fue en sus inicios ritual (“sagrada”) y practicada en templos también por varones en la Antigüedad. En los tiempos actuales, en que las relaciones sexuales se han normalizado y civilizado, ya no tiene otro sentido que la supervivencia de una explotación comercial más del sistema.

(Presidente Sánchez: dimita. No espere a que el tándem  PP/VOX acreciente la mayoría absoluta que algunas encuestas les auguran). Usted dice que con irse “no arregla nada”. Cierto, si lo hiciera ya por dignidad y consecuencia, el prestigio perdido es irreparable.  Huele a cadáver político, como Mazón.

La ley de la toga

Según la Constitución la justicia emana del pueblo y es administrada en nombre del Rey. Su representación simbólica es esa dama con los ojos vendados que significa que la justicia no distingue entre las personas. 

Pero se ha visto que sus representantes son más iguales que otros: hacen huelga y no les descuentan sus salarios.

Por cierto, vi entre las filas de huelguistas a un fiscal muy conocido en Lanzarote. Una revista satírica local (El Agitador) pagó con una elevada multa al llamarlo “Callaré”. Pueden buscarlo los lectores curiosos si pinchan en su verdadero nombre: Pallarés.

En Chile, en el retorno a la democracia tras 17 años de dictadura, la justicia ha ido dando largas de manera temerosa ante las denuncias de torturas y ejecuciones, según denuncia una asociación de víctimas, mujeres. Las togas callan ante los uniformes. Pero reaccionan cuando ven amenazados sus privilegios.