El incendio forestal iniciado el pasado 18 de julio en la comarca de L’Alcoià calcinó unas 187,5 hectáreas, de las cuales más del 98% se localizaron en el término municipal de Ibi y 1,8 hectáreas, en Alcoy. Así lo detalla el informe elaborado por la unidad mixta Fundación CEAM–Universidad de Alicante y la Estación Científica Font Roja Natura UA, que concluye que, a pesar de la magnitud del fuego, la zona presenta una alta capacidad de regeneración natural gracias a la abundancia de especies rebrotadoras y a las piñas serótinas del pino carrasco, que liberan semillas después del incendio y favorecen la recuperación del bosque. 

El estudio ha sido realizado por José Antonio Alloza, coordinador de la Fundación CEAM; Andreu Bonet, director de la Estación Científica Font Roja Natura UA; Omar Tomás, investigador del CEAM; Víctor Manuel Santana, profesor del Departamento de Ecología de la Universidad de Alicante e investigador del CEAM, y Ramón Vallejo, colaborador del CEAM. 

Un incendio en espacios de gran valor ecológico 

El área quemada se sitúa alrededor de la Sierra dels Barracons y el Menejador, dentro de espacios de gran relevancia ambiental. En concreto, se han visto afectadas 146,7 hectáreas del Parque Natural del Carrascal de la Font Roja, 10,5 hectáreas del Paraje Natural Municipal Sant Pasqual Torretes, así como microrreservas de flora, reservas de caza y montes gestionados por la Generalitat Valenciana. El estudio subraya que se trata de un entorno de gran riqueza ecológica y con especies singulares que requieren una atención especial después del paso del fuego. 

La evaluación de la severidad muestra que la mayor parte de la superficie sufrió daños de intensidad media (63,3%) o baja (33,2%), con solo un 3,4% de áreas de severidad alta. El carrascal de solana, dominante en la zona, mantiene una notable capacidad de rebrote, mientras que los pinares asentados sobre antiguos bancales, más frágiles por la pendiente y la escasa retención del suelo, concentran un mayor riesgo de erosión y pérdida de sedimentos.

Recomendaciones de actuación 

El equipo investigador considera que la respuesta al incendio debe centrarse, en primer lugar, en la seguridad y la prevención de riesgos. En este sentido, recomiendan extremar la vigilancia sobre la caída de troncos quemados en las pistas forestales del entorno del Menejador y del Mas del Canyo, donde la madera calcinada podría suponer un peligro para las personas y para la conservación de las vías. 

Otra de las prioridades señaladas en el informe es la estabilización del terreno en las vertientes de pinar, donde la combinación de suelos inconsistentes, fuertes pendientes y bancales en mal estado aumenta de manera considerable el riesgo de erosión. Para ello, los expertos proponen intervenciones de apuntalamiento controlado, de forma que los troncos se dispongan de manera transversal a la pendiente y actúen como barreras naturales ante la escorrentía. 

El estudio también pone el foco en la necesidad de realizar un seguimiento próximo de las especies de flora y fauna más vulnerables, especialmente en las microrreservas de la Font Roja y el Mas de Torretes, donde se localizan plantas catalogadas como vulnerables y hábitats de gran valor ecológico. Asimismo, los investigadores advierten que los pinos parcialmente afectados pueden convertirse en un foco de plagas, por lo cual recomiendan la monitorización de escolítidos, insectos perforadores que podrían debilitar todavía más el ecosistema forestal. 

Una oportunidad para la educación ambiental 

Más allá de los impactos directos, el informe incide en que este incendio se debe entender también como una oportunidad para reforzar la concienciación ambiental y la corresponsabilidad ciudadana en la conservación del patrimonio natural. Instituciones como la Estación Biológica Torretes-Font Roja, la Estación Científica Font Roja Natura UA y el propio Parque Natural del Carrascal de la Font Roja pueden aprovechar este contexto para impulsar programas de educación, voluntariado y restauración ecológica participativa. 

Los autores subrayan que la implicación de la sociedad será clave para transformar este episodio en un catalizador de iniciativas que refuercen la resiliencia del territorio ante futuros incendios y los efectos del cambio climático.