“Intenta que te queden / siempre / dos balas en el cargador, al menos. / Por experiencia sé / que es muy difícil mantener la cuenta / durante la batalla, cuatro metros / debajo de la tierra, en la trinchera. / Pero debes hacerlo…”
Natxo Vidal (Monóvar, 1978) es profesor de música en la especialidad de trombón, y autor de los poemarios Atrás no es ningún sitio (Universidad de Murcia, 2006. Accésit en el VI Premio de Poesía “Dionisia García”), Sal en los ojos (Los papeles del sitio, Sevilla,2012. Candidato al Premio de la Crítica Valenciana 2012), La niña que jugaba a la pelota con los dinosaurios (Huerga y Fierro, Madrid, 2013), Ícaros desorientados (Raspabook, Murcia, 2015) y Mi parte de la pólvora (Huerga y Fierro, Madrid, 2018). En relato, ha publicado Stravinsky en el Birdland (Balduque, Colección Sudeste, Cartagena, 2019).
Ha colaborado con las revistas de arte y literatura El coloquio de los perros y La Galla Ciencia, así como otras revistas, foros y fanzines en los que han aparecido sus poemas y relatos. Forma parte de la antología de relato breve Semana de pruebas (Lagartos editores, Almería, 2009).
Encontró la poesía un día, sin buscarla, entre las letras de sus canciones preferidas. Andrés Calamaro, Pablo Milanés, Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez, Los Enemigos, entre otros, fueron los que, con la lírica de sus letras, lo acercaron a otros poetas y finalmente a la escritura. Desde entonces no ha vuelto a ser el mismo.
Sus versos están cargados de ironía, son punzantes y con un pesimismo desencantado. A Natxo le gusta llamar las cosas por su nombre, escribir sobre la normalidad de la calle (sexo, violencia, amigos, hijos, lecturas…). Para ello, elige una estética explosiva, contundente y con un rasgo distintivo y particular que, a través de imágenes y metáforas sugerentes, le permite dar un latigazo al lector, más que por la propia destilación del lenguaje, por la fuerza que despide.
“Ocurre siempre. / Como en Pulp Fiction, como en Daredevil. / Un día / te niegas a perder de nuevo. / Así que apuestas, sales y golpeas. / Y ganas. / Y entonces / todo / se vuelve más difícil.”
Natxo Vidal es un autor que no siempre escribe de sí mismo, no todo lo que cuenta es verdad. Usa la poesía como herramienta de expresión artística, donde la trama es más interesante que el desenlace; la propia pulsión creativa es lo que importa. Para contar lo que quiere contar: escribe, reescribe, tacha, reconsidera, juega y reflexiona partiendo de una idea. Después, en el camino caen, desaparecen o incluso aparecen nuevas cuestiones que dan como fruto el poema final. Siempre es autocrítico y disfruta del propio acto de la escritura. En sus palabras, “un poema solo vale si consigue trascender a los demás lo que tú sientes al escribirlo”. Lo cierto es que no se siente muy cómodo en el campo de la alegría.
“Somos la evolución: / las correcciones a las correcciones / de una prueba de imprenta milenaria. / Y míranos: apenas damos / para una modesta edición / de fe de erratas.”
Junto a la música, su naturaleza cinéfila provoca que en todos sus libros aparezcan poemas inspirados en películas o en los propios personajes. Melancolía, El Último Tango en París, Blade Runner, The Matrix, Clark Kent, y muchos otros, cobran vida y protagonismo en su discurso, sumándose a otras influencias. Otro rasgo característico: sus poemas casi nunca tienen título, solo en raras ocasiones.
“Llueve / como en Blade Runner. / Es hora de morir, / he visto cosas. / Afuera llueve / y en la cocina, dentro, / quiero decir en mi cocina, / el pez / gira sobre sí mismo en la pecera / ignorando la lluvia, golpeando / mecánicamente los cristales, / esperando la muerte: / en el fondo no somos tan distintos…”
En “Mi parte de la pólvora”, como en un buen disco, cada poema (cada canción) tiene la identidad inconfundible del autor. Paso a paso, dispara con sus versos llenos de pólvora para herirnos con la realidad que nos rodea, con la conciencia de que ya no somos tan jóvenes a pesar de caminar erguidos, con la lucha, el sexo y el amor que nos hacen respirar, todavía.
Toma la propia escritura como salvación o condena, abre y cierra puertas hacia la incertidumbre, hacia el pesimismo irremediable que da forma a la vida que siempre se sostiene, a pesar de todo. Y es que, en la poesía de Natxo Vidal, las cosas “normales” no dan tregua.
“Ignora las heridas, / haz / como que no te duele. / Piensa en aquel paisaje de los lirios / que te enseñó Mateo / y escribe todo lo que puedas, como / si aún creyeras en la poesía…”
Aunque en sus poemarios siempre incluye alguna prosa corta, en 2019 se lanzó a publicar “Stravinsky en el Birdland”, su primer libro de relatos. Una obra conmovedora, cargada de homenajes, juegos y reivindicaciones que dan forma a una narrativa corta llena de envidiosos, buenas personas, experimentos, crímenes, coleccionistas, maridos abandonados, suicidas torpes y hombres que, “a pesar de haber cambiado la historia de la música sin pestañear”, no pueden dejar de pensar que no les gustan los calcetines de rombos.
Natxo Vidal es músico, poeta, comprometido con el mundo que le rodea, lleno de sarcasmo y de humor, con esa emoción melódica que alcanza al lector, dejando en la garganta el regusto de un buen disparo después de dar en el blanco. Tras su lectura, querremos nuestra parte de la pólvora.
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