Cuentos
En la anterior barbacoa dedicaba unos pinchitos a esos influencers y falsos asesores que nos aconsejan sobre todos y cada uno de los aspectos de la existencia. Pero me olvidé de los que dan consejos para invertir nuestros ahorros. Como si en estos tiempos de vacas flacas para el sector de la población que calificaría de “mayoría sumergida en la mierda en riesgo de exclusión” existieran esos colchones financieros. Pues bien, uno de ellos dice que es posible sacar partido a sumas mínimas especulando con propiedades, ya sea asociándose a otros “inversores” o alquilando viviendas para subalquilar a otros. Menudo buitre éste, que asegura que con un sueldo de 1.500 euros es posible hacer emprendimientos. En mi entorno observo movidas inmobiliarias que tienen como presas y víctimas a los estudiantes de la Universidad de Alicante que vienen a residir en San Vicente del Raspeig. Hacinados en apartamentos con un solo baño y pagando entre 350 y 500 euros por habitación. Ya no hay alquileres de larga duración aquí, a menos que se pueda pagar lo que cuesta un chalet, para lo cual no hay sueldo normal que baste.
En un futuro no muy lejano solo podrán venir estudiar a nuestras universidades extranjeros con becas y los hijos de familias acomodadas.
Hay una influencer de apariencia retocada que enseña a ser ricos. Yo creo que , como ese indio de un relato del escritor peruano Ricardo Palma, que engañado por uno que le hace firmar un documento que no puede leer, cede los derechos de una mina de oro, “el que nació para pobre nunca será rico”. Y no es fatalismo, sino que para saber manejar el vil metal se necesitan ciertas “cualidades” : astucia de zorro ladrón de gallineros, falta de escrúpulos como un matón a sueldo, el instinto asesino de una cobra y desprecio absoluto hacia valores como la solidaridad, la compasión y la dignidad.
Me objetarán algunos que hay personas que alcanzan la prosperidad mediante honestos negocios y empresas. Podría ser, pero sospecho que hasta el más intachable habrá tenido que hacer pillerías, tal vez a su pesar, obligado por las trabas burocráticas y toda clase de circunstancias que aquejan al que emprende.
Mataderos
Del 13 al 15 de febrero de 1945 tuvo lugar una de las masacres más sangrientas de la Segunda Guerra Mundial, cuando la ciudad alemana de Dresde fue bombardeada por la aviación aliada. Cuatro mil toneladas de bombas destruyeron la que había sido una de las más bellas ciudades europeas y causaron la muerte a unas 250 mil personas. Sin duda, fue un crimen de guerra, pues Dresde no tenía otro interés que provocar esa matanza de civiles en una ciudad abierta, que no tenía grandes contingentes militares sino muchos refugiados. Las imágenes muestran montañas de cadáveres y un paisaje de devastación desolador, que recuerdan a las de Gaza o las de Ucrania.
Entre los pocos supervivientes se encontraron un centenar de soldados americanos prisioneros de guerra que estaban albergados en las antiguas instalaciones de un matadero de ganado. Uno de ellos era el soldado Kurt Vonnegut, de origen germano, que más tarde narraría su experiencia en una novela que llegaría a ser considerada una obra maestra: Matadero 5.
Vonnegut (1922-2007) en la actualidad es considerado uno de los más importantes escritores de su generación y dejó más de una docena de novelas de estilo satírico y crítica social. Humanista y anti belicista, fue un crítico acerbo de la sociedad americana de su tiempo y de los presidentes estadounidenses que impulsaron las guerras de Vietnam y las de Oriente medio.
En el prefacio de Matadero 5, Vonnegut cuenta como recorrió varias editoriales en busca de la publicación de ese libro. Un productor cinematográfico le preguntó si era “un libro anti-guerra”, a lo que el autor respondió que le parecía que sí. ”Sabes lo que les digo a las personas que están escribiendo un libro anti-guerra?”, le espetó. “Les digo que por qué no escriben un libro anti-glaciar en lugar de eso”. Lo que quería decir, añade Vonnegut, “es que siempre habría guerras y que serían tan difíciles de eliminar como lo son los glaciares”.
Hoy sabemos que los glaciares desaparecen lentamente, debido al cambio climático, pero no las guerras.
Seguros
La aseguradora que gestiona mis seguros privados de sanidad me comunica que suben más del doble debido a mi edad. Consulto a otras aseguradoras y me encuentro que muy pocas aseguran a abonados de más de 75 años, y en ese caso en condiciones que excluyen la cobertura completa (hospitalizaciones y pruebas complejas) además de exigir períodos largos de carencia y copagos. Los viejos estamos condenados al desamparo sanitario, desahuciados por un sistema que apenas garantiza niveles de calidad asistencial en la pública y que ha provocado que la privada se enriquezca y engorde, y como consecuencia también se encuentre saturada. Una de cuatro personas en España tiene un seguro privado de salud. Y autonomías como la de Madrid pagan a la sanidad privada con los impuestos de los ciudadanos la atención que no pueden dar con la pública. Al final, la factura la pagamos también los de siempre con nuestros impuestos.
Las familias gastan más de un 50% más en sanidad que hace dos décadas. En algunas autonomías, como la andaluza, el sistema sanitario se encuentra en estado crítico. En abril de este año miles de profesionales sanitarios se lanzaron a las calles para protestar por los horarios intensivos que no permiten dar la mejor asistencia a los pacientes.
En 2002 los hospitales privados facturaron 13 mil millones de euros. El grupo Quirón fue uno de los más beneficiados , con unos 4.400 millones de euros. Pero los médicos que trabajan en la privada se quejan: reciben un promedio de entre 8 y 10 euros por consulta.
Las aseguradoras son otro problema para los pacientes. No son enteramente transparentes y sus prestaciones no siempre coinciden con la letra pequeña.
Tasazo
Con septiembre llega el tasazo de la basura en Alicante , que según nos dicen es “el coste real de los servicios”. Unos servicios que , en el caso de San Vicente del Raspeig, dejan mucho que desear. Contenedores, de escasa capacidad y muy incómodos, abarrotados siempre, lo que obliga a muchos vecinos a dejar las bolsas fuera.
Algunos arrendadores, como mi casero, nos obligan a pagar su recibo, pese a que figura a su nombre y le correspondería al igual que el IBI. Pero como figura en el contrato, a la fuerza ahorcan. Hay que joderse.
Es septiembre y la carne se ha consumido en las brasas de esta barbacoa. Tal vez es hora de apagar los fuegos, la leña y el carbón. Llega el otoño y las hojas muertas.
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