Jacques Prévert, en su inmortal poema Bárbara, cuenta la historia de dos amantes que él contempla en una tarde lluviosa en Brest. Ella, una desconocida, va al encuentro de un hombre cobijado en un portal. La llama por su nombre (Bárbara) y se funden en un apasionado abrazo. El poeta piensa que tal vez ese hombre ha muerto o ha desaparecido “bajo esta lluvia de hierro, de acero y sangre”. Y lanza la frase que encabeza este texto: “Qué estupidez la guerra”.
Si hoy viviera (murió en 1977, de un cáncer pulmonar) quizás volvería a repetirlo o tal vez escribiría otros versos para lamentar la pervivencia de las guerras en este sucio mundo. Hace unos días escuché con estupor las declaraciones de un conocido filósofo francés en La noche en 24 horas de RTVE, en las que afirmaba que no hay guerra sin víctimas civiles y que en el caso de la masacre perpetrada por Israel en Gaza no hay un conteo fiable de bajas colaterales-es decir, población civil, mujeres, niños, etc.-( lo mismo dicen Buxadé, de VOX y la ínclita política y opinóloga Pilar Rahola) y que , en todo caso, la paz y la coexistencia de los dos estados, Palestina e Israel no sería posible si no se erradica a Hamas a sangre y fuego y a cualquier coste, como está ocurriendo. El pensador, de origen hebreo, judío sefardí (Bernard Henri-Levy) es conocido por sus ideas derechistas y por su inmensa fortuna personal. Y, cómo no, es un entusiasta defensor de la causa sionista.
Otro filósofo, español, está en la misma línea ideológica. Se trata de Gabriel Albiac, ex afiliado al Partido Comunista y actualmente alineado en los medios más ultras de este país, como la tribuna de Jiménez Losantos y ciertas cabeceras digitales (El Debate) como columnista.
Es decir, la guerra se extiende por otros medios, por la palabra y el logos y se polariza entre izquierdas favorables a la causa palestina y derechas a favor de los sionistas.
No me explico cómo se puede justificar la guerra, también la de Rusia contra Ucrania utilizando argumentos filosóficos o políticos.
Dice el sociólogo americano Jeremy Rifkin, autor de La Tercera Revolución Industrial y otros ensayos que analizan la realidad global desde una perspectiva humanista y ecológica, que “ningún ser humano es una isla para sí mismo” y que el cambio climático, las pandemias y otras catástrofes nos han enseñado que todo lo que hacemos en este mundo afecta íntimamente a todo lo demás y viceversa (La era de la resiliencia, 2022). La factura entrópica de un capitalismo extenuado y extenuante está ante nuestros ojos y nos enfrentamos a la sexta extinción de la vida en la tierra de la historia.
¿Aprenderemos algún día la lección? Me gustaría saber qué dicen de esto los filósofos, los políticos y los opinadores de uno y otro lado.
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