El psiquiatra y escritor Carlos Castilla del Pino , agudo observador de la vida y las costumbres escribió que existe una forma de narcisismo: “el narcisismo moral. Es la decencia como pedantería: insoportable y hasta temible, porque se trata de una perversión”. En estos días de ajetreos judiciales escuchamos soflamas mitineras y monsergas en los que los protagonistas se lanzan acusaciones a voz en cuello y se reclaman inmaculados y limpios de todo peculado.

Ni tanto ni tan calvo, que diría este médico que  como izquierdista en tiempos de la dictadura sufrió toda clase de represalias. La memoria ciudadana aún no puede estar tan afectada por el olvido de episodios de corrupción que no tienen ni cien años ni deberían tener perdón. La fracasada PSV con su esfera armilar faraónica, los ERE de Andalucía, el Sr. X, Roldán, Barrionuevo y una larga lista de ataques a la democracia y las arcas públicas cometidas por el PSOE.

El Congreso de Sevilla ha arrojado un manto tupido sobre Chávez y Griñán y ha puesto en relieve sobre todo la figura del líder. No hubo autocrítica, no hubo proyectos concretos, no hubo nada. Bien lo dejó en evidencia García Page en sus dolidas y estupefactas declaraciones tras el magno evento.

Nadie sabe hacia donde vamos, por consiguiente para usar una vieja expresión de un anciano líder que ahora es asesor de un multimillonario mejicano. Se está intentando resucitar el SEPES, pero no se sabe cómo se va a conseguir el suelo para esas viviendas que ahora tras muchos años de gobierno se saca el PSOE de la manga. Otra empresa pública, que como todas las de esa categoría acaban siendo privatizadas. Conozco personalmente el caso de AENA, donde pude ver como se birlaba y se burlaba a destajo, con contrataciones de obras y actuando con los trabajadores más jóvenes con contratos laborales que acababan en los juzgados debido a su manifiesta irregularidad.

No es mejor el panorama que se presentaría de triunfar Feijóo en sus pretensiones de llegar al poder de la mano de los compañeros de viaje cuyo pelaje vamos viendo con horror con cada actuación o declaración de intenciones.

Estamos en una encrucijada peligrosa, en la que abundan las manifestaciones de crudo narcisismo político y no hay explicaciones.

Mi libro de cabecera en estos momentos es un libro de un historiador (España diversa, de Eduardo Manzano Moreno) en el que se pasa revista a las persecuciones de judíos, a las iniquidades del descubrimiento y conquista americana. Pasando por la Constitución de Cádiz, episodio en el que aparece  una de las primeras mujeres actuando en la arena política, Manuela María Pérez de Ulloa, a la que tildaron de “marisabilla” y le aconsejaban que mejor se fuera “a hacer calceta y componer el peluquín de su anciano papá”. En aquel tiempo (1812) no existían ni supermercados ni tampoco cajeras, claro está.

La Historia, dice Manzano Moreno no es “la maestra de la vida” y la de España no acaba aquí y ahora, es impredecible. Las mañas y las malas costumbres sí que parecen eternas.